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lunes, 26 de julio de 2010

La Política y Pérez Reverte

Arturo Pérez Reverte


"Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. 


Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. 

Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre. 

Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. 

Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. 

Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en uninstante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida. Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién.

 Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado ¿ahí no hay discrepancias ideológicas? el privilegio de cobrar la máxima pensión pública dejubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.

De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.

viernes, 23 de julio de 2010

Carta a Ingrid Betancourt II

Secuestrada ¡para siempre!

Gonzalo Gallo



Ahora sí quedó secuestrada. Y para siempre. Ahora sí, el aislamiento y la exclusión de Íngrid alcanzaron su máxima expresión. De aquí en adelante Íngrid Betancourt y su familia deambularán por el mundo, expatriados por voluntad propia. Ellos decidieron asumir la exclusión. Renunciaron a tener vínculos, decidieron quedar atrapados en la soledad de su interpretación del mundo. Íngrid, repito, decidió la exclusión. Está secuestrada por su rabia y su amargura y de ese infierno no la libera nadie. Sólo saldrá cuando ella asuma que somos responsables de nuestra propia vida y los acontecimientos que vivimos son ‘escogidos’ como aprendizajes. Todo parece indicar, sin embargo, que aún en su proceso de evolución, no le ha llegado el momento de ser libre.

Vale la pena señalar que muy posiblemente ella no ha cambiado: es la misma mujer de hace ocho años. Estuvo desenfocada en el momento del secuestro porque no midió el peligro al que se exponía. Y desafió las circunstancias. Ahora sigue desenfocada porque no midió el impacto, como una traición, que su demanda podía causar a toda una Nación que sintió como suyo su sufrimiento, su enfermedad y su soledad. No es tan sólo una burla al Ejército: es una bofetada al pueblo colombiano. Pero ahora sí (y para siempre) quedó secuestrada. Ahora sí, se quedó sin país, sin afectos, sin reconocimiento, sin admiración. Ahora sí, está aislada, encerrada en su paraíso o infierno (no lo sé), pero aislada. Egocéntrica, marcó la exclusión. Allí está su verdadera identidad. Ella nació para estar secuestrada… y lo va a estar de aquí en adelante, siempre. Secuestrada e impedida para sentir gratitud, para darse el permiso de construir lazos de reconocimiento para los demás. Para aceptar que no se es el centro del mundo. Para comprender que somos fragmentos de un rompecabezas donde las partes generan un todo. Cuando en un corazón no hay gratitud, las emociones quedan secuestradas por la amargura y el rencor: y a ese infierno no llega ninguna Operación Jaque.

Metrosexual

Enrique Badosa

Un nuevo barbarismo se está abatiendo contra la lengua española. ¿Otro término procedente del inglés? Los anglicismos no cesan de impactar en el romance, igual que casi inevitables meteoritos. Los vamos aceptando como si tal cosa, y acaban por parecernos naturales. Tal vez más naturales que nunca, dado que ahora que casi hemos olvidado el francés, la lengua de Shaskespeare macula más la de Cervantes. Cierto que conviene saber inglés, pero es posible que la anglofilia lingüística propicie de modo grave que el español vaya siendo más y más “espanglish”, y el catalán más “catalanish”… Pero ahora la invasión no viene ni de Inglaterra ni de Norteamérica, lingüísticamente hablando.
La invasión viene, si no de Alemania, sí de la lengua alemana, pasada por Nueva York. Los periodistas neoyorquinos que tuvieron el desacierto de poner en circulación, poco menos que planetaria, esto de “metrosexual”, ahora se les ocurre acuñar otro “palabro” que también puede tener éxito, aunque su raíz no sea precisamente inglesa. Es lo de übersexual, para designar todo lo contrario a metrosexual. El modelo de lo übersexual sería nada menos que un buen actor y hombre de los que rompen los casi más irrompibles corazones femeninos: George Clooney. Tan atractivo señor resulta ser un adán, poco menos que un desharrapado que descuida su vestimenta hasta casi lo inadmisible para presentarse en público. Y a los creadores del nuevo “palabro” les ha faltado tiempo para obtener la ayuda de su musa lingüística. El resultado, esto de übersexual, o según más de uno de nuestros esmerados locutores de radio, “ubersexual”. En sus profundos conocimientos idiomáticos, tales señores no tienen en cuenta que en alemán la diéresis obliga a que una “u” se pronuncie “i”.
Estos maestros de la fonética son los mismos que al decir “Goethe” suelen decir “Goet”; que al pronunciar “Nuremberg”, espetan un “Niuremberg”, como si este topónimo fuera inglés. Y ahora que tenían ocasión de hablar un correctísimo alemán, venga lo de “über” por “iber”. Claro que, dando el origen geográfico de übersexual, lo extraño es que no pronuncien “iubersexual”. También cabe preguntarse si tan doctos profesionales de la palabra hablada saben que la raíz del término übersexual es germánico. ¿Y qué sucederá respecto del periodismo escrito? ¿Veremos en letra de imprenta “ubersexual” en lugar de übersexual? No es imposible. Se suele tener poca experiencia de germanismos, y fácil será que la pereza o la falta de curiosidad inclinen a sacrificar una diéresis en modo alguno sacrificable.

lunes, 19 de julio de 2010

Qué edad tienen los escritores?

Enrique Badosa
06 de Noviembre de 2009

Con este título tal vez acabo de ser política, literaria o cortésmente incorrecto. Claro: tenía que haber escrito “escritores” y “escritoras”, pero no pido perdón. Ya está resultando fatigosísimo esto de prescindir del plural de género, y cuánta energía y cuánta tinta no se gastan al no respetarlo. Sí me permito una supuesta descortesía, se debe a que en modo alguno me importa ceder siempre el paso a la mujer, sea al caminar sea al dirigirme a una reunión. También, como aquel rey nuestro, soy “amador de toda gentileza”, y por esto cuando alguna vez caigo en la aludida “corrección” siempre empiezo por el femenino, contra lo que suele suceder. Pero, no, no le doy demasiada importancia a esto que carece de ella. Respecto de los escritores –he estado a punto de escribir “y escritoras”– ahora me interesa comentar otra cosa; la de su edad.

Es habitual que en las solapas o en las contraportadas de los libros aparezcan el año de nacimiento de un autor –o autora; si aún vive, y también, a veces, su fotografía. Igual es frecuente que la mayoría de las literatas, por una parte, se nieguen a publicar su edad, y, por lo que atañe al retrato, muestren uno que en ocasiones el lector deduce fácilmente que no es actual. En ambos casos, una unidad respetable, aunque literariamente incorrecta. Algo que sucede desde hace mucho tiempo, y que ya a nadie sorprende. Lo que sorprende es que van siendo muchos los poetas y narradores que siguen la actualidad de sus colegas femeninas. Nos ocultan su fecha de nacimiento, y, si hay foto, a veces de cuando se creían hermosos. También vanidad casi pueril, disculpable, por más que resulten sorprendentes en un varón.

He aquí, pues, a gentes de letras que quieren, y no está nada mal, ofrecer su mejor aspecto al lector, casi como aquello con lo que en la Antigüedad se iniciaban los discursos, la llamada “captación de benevolencia”. Pero el tiempo irá pasando, a pesar de los escritores. Llegará un momento en el que si bien se nos niegan fechas de nacimiento, no se nos mostrarán fotografías actualizadas más o menos. ¡Oh, tragedia! Y como estamos en la época de la imagen, la faz de ella, la faz de él ya no aparecerá en el libro, a no ser que se tenga gran capacidad de aceptar lo que es difícil aceptar: Tempus fugit. O, mejor dicho, quien fugit es uno mismo.

viernes, 16 de julio de 2010

Carta a Ingrid Betancourt I

Carta abierta a Ingrid Betancurt.
Por Maritza Castrillon
Ingrid:

Difícilmente podría encabezar esta carta con un “respetada” o “apreciada”, dado que su condición actual frente a los colombianos no da para tanta diplomacia.

Bien complicado es para una ciudadana normal como yo, digerir sin indigestarse su última gran idea que tiene convulsionada, indignada y asqueada a la opinión pública. Me encantaría realmente poder hablarle de frente y expresarle la profunda antipatía que millones de colombianos estamos sintiendo por usted. Pero gracias a internet, estoy absolutamente segura de que terminará leyéndome, quizá en la intimidad de su habitación o tal vez frente a sus igualmente desvergonzadas madre y hermana.

Quiero decirle que no solamente estamos viéndola como el ícono del cinismo y la desfachatez si no también como la prueba fehaciente de que su oportunismo no tiene límites y de que la vergüenza no es una palabra que usted conozca en ningún idioma. Y, una vez más, como en ese febrero de 2.002, usted se equivocó. Si señora, se equivocó de cabo a rabo, porque los colombianos unidos hemos demostrado que no nos arredramos ante ningún tipo de delincuencia. Y usted es una vulgar delincuente oportunista. Más chanchullera terminó siendo que sus captores. Por lo menos con esos terroristas sabemos a qué atenernos, pero no hay nada peor que la condición subterránea de quien aparenta decencia y es solamente un vulgar y desvergonzado ladrón.

Que usted necesite plata es una cosa y otra bien distinta es que quiera arrebatársela al más pendejo. Demandar al Estado colombiano por su secuestro y sus consecuencias es algo que solamente cabe en su cabeza y en la de las dos hienas femeninas que la acolitan. De dónde sacó usted que los impuestos que pagamos los colombianos deben ir a su cuenta bancaria en retribución por su irresponsabilidad y sus ansias de protagonismo? ¿Cómo llegó usted a la conclusión de que la gratitud por un rescate que usted calificó como “perfecto” es traicionando a un país que marchó por usted y lloró de alegría el día en que el Ejército Nacional de Colombia la trajo a la libertad sin haber disparado un solo tiro? Dígale a su mami que es mejor quedar mal que quedar peor y que así quietecitas como estaban en Francia, era mejor. A los colombianos ya se nos estaba olvidando el show de odio y de mentiras que ella montó contra Colombia a causa de su absurda terquedad. También se nos estaba olvidando que fue usted misma quien propició su secuestro, empeñándose en ir a donde las fuerzas de seguridad le advirtieron no ir.

Su afrancesado talante no nos convenció nunca, Ingrid. Usted fue colombiana hasta que le convino y se convirtió en ciudadana francesa para que su familia pudiera denigrar de Colombia y su gobierno hasta el cansancio. No se nos olvida que rajaron de todo el mundo menos de los que la secuestraron. No se nos olvida que agradecieron a Chávez, Correa y Kirchner y lánguidamente a Uribe que fue el promotor de su libertad.

Por qué no demanda a su mami por esos genes tan torcidos que le dio? Por qué no demanda a Chávez por no haber intercedido en su favor frente a sus cómplices? ¿Por qué no demanda a Alfonso Cano, Iván Márquez y al Mono Jojoy? ¿Por qué carajos quiere mandarnos la mano al bolsillo de la manera más cínica y grotesca?

El sentimiento general de repudio es tal que en este momento desearíamos que usted jamás hubiera sido rescatada, porque si a alguien corresponde indemnizar por el sufrimiento de muchos es a USTED, descarada desagradecida.
En Francia le comen cuento. Usted se los tramó con “La Rabia en el Corazón”, que es la misma que estamos sintiendo al ver la manera como quiere asaltarnos. Su mamita los convenció de que usted era LA supercandidata presidencial, cuando en realidad su popularidad aquí valía menos que tres centavos. Su familia popularizó su secuestro en Europa poniendo a la comunidad internacional en contra de Colombia como si el Estado la hubiera raptado y callaron tímidamente la rampante verdad de que las FARC eran quienes se la habían trasteado, poniendo en absoluta responsabilidad del gobierno colombiano su libertad.

Calificativos para gentuza como usted hay muchos Ingrid, pero usted es la perfecta bruja arpía, capaz de pasar por encima de quien sea para lograr lo que quiere. Y lo que quiere es platica, de nuestro trabajo. ¡A ver!
A mi me importa un carajo lo que usted haga en Francia. Si la mantiene Sarkozy, si vende un libro o si se levanta un amante millonario. Poca falta le hace usted a Colombia, pero si se viene lanza en ristre a atracarnos, se estrelló contra el mundo otra vez, porque ese robo no lo vamos a permitir.

Sus pretensiones siempre van más allá de lo que la decencia permite, Ingrid. Qué hipocresía tan teatral la de sus declaraciones en el reciente aniversario de su rescate. Qué caradura. Visto está, lo que se hereda no se hurta, hijas de tigre salen pintadas, la perversión de su mamá elevada a la n potencia en usted. Ladronas desagradecidas.

Lleve la vida que le de la gana en París, pero no con nuestra plata, esquílmesela a otros, levántesela trabajando o como prefiera, pero ese zarpazo que le acaba de mandar a la Nación, no va a prosperar, a menos que la justicia de este país termine por demostrarnos categóricamente que es la más injusta del mundo.


MARITZA CASTRILLON SILVA
CIUDADANA COLOMBIANA