BARCHILON
Siete años eran corridos desde que los alborotos
por la intemperancia del virrey Blasco Núñez y las ambiciones de Gonzalo
Pizarro y de los encomenderos tuvieron fin en la derrota de Xaquixahuana o
Saxsahuamán, el 9 de abril de 1548.
El vencedor, Pedro
de la Gasca, ahorcó vencidos como quien ahorca ratas. En cuerda y azote se
gastaba Juan Enríquez -verdugo del Cuzco- un dineral, y los emolumentos no lo
compensaban.
Pedro Fernández
Barchilón, de Córdoba, España, cabo de piqueros, fue uno de los pizarristas
condenados a morir.
Ajusticiados
Gonzalo y sus tenientes don Francisco de Carbajal ( Sus frases célebres cuando
herido lo capturaron y llevaban en camilla decía: Hay, hay
mis cabellicos maire (madre), uno a uno se los lleva el aire y para
concluir : de niño en cuna y de viejo en cuna hay que fortuna) y el otro
de apellido Acosta, al día siguiente ejecutarían a Fernández Barchilón, quien
era de los que hacen ascos a la muerte, porque esa noche acongojóse, a punto de
tener pataleta como Doña Melindres.
Auxiliaba a los
sentenciados el franciscano Chávez, quien movido a lástima por los extremos del
cabo, fuese a la Gasca y pidióle que conmutara la pena impuesta a ese pobre
diablo de rebelde. “Sería como ahorcar a una liebre” -dijo el fraile.
- Si es tan mandria
ese belitre, -dijo La Gasca- que vaya a servir en las galeras de Su Majestad a
ración, sin sueldo.
Casi enloqueció de
gozo Fernández, cuando Chávez le dijo que quedaba libre de la horca. Y
llevándoselo a su celda, le proporcionó recursos para que se fugase del Cuzco.
Fundado por el
Cabildo (1555), el hospital de Guamanga, se le dio la administración a un
hombrecillo- de cinco pies de talla, barrigudo, chato y con cara de pascuas.
Era nada menos que Fernández Barchilón, el antiguo rebelde, quien llevaba su
caridad hasta atender las más groseras necesidades del enfermo: “¡Barchilón!”
-le gritaban, familiarizados con él.
Y como no siempre
sabían los enfermos el nombre de las personas que los ayudaban se dio, por
generalización, el nombre de barchilones a los sirvientes de hospital. Del
Hospital de Guamanga pasó a los de Lima, y a los de México, y a los de toda
América Latina la palabra “barchilón”, como la última jerarquía de sirvientes
de hospital. Hasta los franceses dicen “monsier le barchilón”.
Sépalo la Real
Academia de la Lengua Española.
PERUANISMO reconocido
como americanismo. ¡Gloria a Fernández Barchilón! Su caridad inmortalizó su
apellido.
Fuente: Tradiciones De Ricardo Palma