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viernes, 16 de septiembre de 2011

Barchilón


BARCHILON

Siete años eran corridos desde que los alborotos por la intemperancia del virrey Blasco Núñez y las ambiciones de Gonzalo Pizarro y de los encomenderos tuvieron fin en la derrota de Xaquixahuana o Saxsahuamán, el 9 de abril de 1548.
El vencedor, Pedro de la Gasca, ahorcó vencidos como quien ahorca ratas. En cuerda y azote se gastaba Juan Enríquez -verdugo del Cuzco- un dineral, y los emolumentos no lo compensaban.
Pedro Fernández Barchilón, de Córdoba, España, cabo de piqueros, fue uno de los pizarristas condenados a morir.
Ajusticiados Gonzalo y sus tenientes don Francisco de Carbajal ( Sus frases célebres cuando herido lo capturaron y llevaban  en camilla decía:  Hay, hay  mis cabellicos maire (madre), uno a uno se los lleva el aire y para concluir : de  niño en cuna y de viejo en cuna hay que fortuna) y el otro de apellido Acosta, al día siguiente ejecutarían a Fernández Barchilón, quien era de los que hacen ascos a la muerte, porque esa noche acongojóse, a punto de tener pataleta como Doña Melindres.
Auxiliaba a los sentenciados el franciscano Chávez, quien movido a lástima por los extremos del cabo, fuese a la Gasca y pidióle que conmutara la pena impuesta a ese pobre diablo de rebelde. “Sería como ahorcar a una liebre” -dijo el fraile.
- Si es tan mandria ese belitre, -dijo La Gasca- que vaya a servir en las galeras de Su Majestad a ración, sin sueldo.
Casi enloqueció de gozo Fernández, cuando Chávez le dijo que quedaba libre de la horca. Y llevándoselo a su celda, le proporcionó recursos para que se fugase del Cuzco.
Fundado por el Cabildo (1555), el hospital de Guamanga, se le dio la administración a un hombrecillo- de cinco pies de talla, barrigudo, chato y con cara de pascuas. Era nada menos que Fernández Barchilón, el antiguo rebelde, quien llevaba su caridad hasta atender las más groseras necesidades del enfermo: “¡Barchilón!” -le gritaban, familiarizados con él.
Y como no siempre sabían los enfermos el nombre de las personas que los ayudaban se dio, por generalización, el nombre de barchilones a los sirvientes de hospital. Del Hospital de Guamanga pasó a los de Lima, y a los de México, y a los de toda América Latina la palabra “barchilón”, como la última jerarquía de sirvientes de hospital. Hasta los franceses dicen “monsier le barchilón”.
Sépalo la Real Academia de la Lengua Española. 
PERUANISMO reconocido como americanismo. ¡Gloria a Fernández Barchilón! Su caridad inmortalizó su apellido.
Fuente: Tradiciones De Ricardo Palma

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